Llegamos a una época del año muy bella cuando recordamos el acontecimiento más grande e importante de la historia universal: DIOS CON NOSOTROS – JESÚS NACIÓ. Si bien las fechas propuestas por la historia son convencionales, lo importante es que el hecho del nacimiento de Jesús el Salvador, fue una realidad comprobada. Vino a «buscar y a salvar lo que estaba perdido»: los seres humanos. Dio su Vida por alcanzar esta meta salvadora. Como cristianos, como familias, como iglesia celebremos este acontecimiento con alegría y profunda espiritualidad. Celebremos con mucha gratitud el que Dios nos ama “de tal manera que dio a Su Único Hijo para que todo aquel que en Él cree no se pierda sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16)

No se deje seducir estos días por el consumismo y materialismo que buscan distraernos del verdadero sentido de la Navidad.  Esta celebración no es comer, hacer regalos, poner adornos brillantes, tomar bebidas con alcohol, encender fuegos artificiales y demás cosas que son distracciones que nos alejan del «sencillo pesebre de Belén donde nació el Rey de Reyes y Señor de Señores». De hecho son muy bajos los porcentajes de celebraciones familiares donde el centro es el NIÑO DIOS – JESÚS DIOS CON NOSOTROS. Reúna en sus pensamientos y reflexiones de Nochebuena  y Navidad, el Pesebre de Belén con el niño recién nacido y el Monte del Calvario, donde más de treinta años después, entre dos maderos terribles, muere aquel niño. Él vino a eso; a buscar lo perdido, a salvarnos de nuestros pecados y a darnos vida eterna en los Cielos. Mientras piensa en todo esto, vaya formulando sus planes de celebraciones navideñas. Determine que no se dejará «masificar» ni arrastrar por costumbres culturales alejadas de Dios. Determine que si hace regalos, éstos serán con sentido y propósitos espirituales que apunten hacia Cristo y su Amor. Que todo lo que hagamos, de palabra o de hecho sea para la Gloria de Dios.               

Lemuel J. Larrosa – Pastor en la PIEBU.