Posiblemente damos por hecho que sabemos lo que quiere decir “acordar”. Todos participamos de acuerdos constantemente; de hecho, para poder convivir en paz, debemos hacer acuerdos y mantenerlos. Pero, ¿qué es un acuerdo? ¿Qué es ponernos de acuerdo?
Ponernos de acuerdo es negociar, es exponer nuestras ideas, escuchar las ideas de otros y llegar a un consenso que nos lleve a que todos seamos beneficiados con la nueva decisión tomada entre todos. Esto no siempre es así, pero la regla para llegar a decisiones en la pareja, en la familia y en la vida en general debería ser ganar-ganar.
Cuando tomamos decisiones deberíamos tener en cuenta a todas las partes y buscar que cada uno sea beneficiado con la decisión tomada. Cuando acordamos con alguien que cumpliremos con alguna responsabilidad, actividad, o lo que hayamos pactado, debemos respetar nuestra palabra. Esta es otra de las bases de los acuerdos: el respeto. Del respeto de los acuerdos y de la confianza en que sean cumplidos, surge el desarrollo personal, familiar y social.
Los seres humanos hemos hecho acuerdos a lo largo de la historia y sabiendo de nuestra dificultad para respetarlos es que hemos desarrollado formas de control, como documentos, penas por incumplimiento, multas y hasta la cárcel.
Sin embargo, cuando hablamos de familia, esperamos que los acuerdos sean cumplidos y la base es la confianza, el respeto, el compromiso con el bien común y sobre todo el amor. En general no cumplir un acuerdo en la familia puede llegar a ser muy doloroso, según sea la falta, no sólo para quien no cumplió el acuerdo sino para quien fue afectado por el incumplimiento. Entonces la pregunta que cabe plantearnos es: ¿cómo podemos llegar a ser eficientes en ponernos de acuerdo en la pareja y en la familia?
Mencionaremos nueve aspectos o herramientas que podemos tener en cuenta al hacer acuerdos, obviamente hay muchos más, y cada familia desarrollará estrategias particulares según sus características y su idiosincrasia.
- Escuchar con atención. Es importante no sólo lo que la persona dice sino lo que realmente quiere decir. Debemos prestar mucha atención a lo que se está planteando y no pensar simultáneamente en qué contestaremos, sino más bien estar concentrados en tratar de entender lo que piensa y siente respecto del tema el otro.
- Preguntar. Para estar seguros de que hemos escuchado y entendido bien, es bueno preguntar o repetir lo que entendimos. Es decir, ponerlo en nuestras palabras y confirmar o corregir la idea que nos hemos hecho acerca de lo que se nos dijo. Si no entendemos al otro, no podemos llegar a un acuerdo.
- Definir con claridad el problema. Muchas veces discutimos y no nos ponemos de acuerdo porque cada uno en la familia tiene su propia definición del problema. Hasta que no definimos de forma conjunta el problema no podremos hablar de él con claridad.
- Plantear la situación de forma que se pueda resolver. Concretamente, ¿qué hay que hacer para llegar a un acuerdo que resuelva la situación? Por ejemplo si decimos: “No queremos que te portes mal”. Esto no es resoluble. Es mejor decir “queremos que hagas…” o “queremos que cuentes…” De esta manera la persona sabrá qué hacer para producir un cambio.
- Hablar con honestidad. Es importante decir lo que queremos decir de forma franca y empática. Tratando de ser amables y cuidadosos con los sentimientos de los demás y no atacando a las personas. Hablemos de la idea en discusión y de cómo nos sentimos nosotros con esta situación. ¿Qué nos hace pensar esto que sucede? ¿Qué nos hace sentir esto que sucede?
- No manipule. Tal vez lo que nosotros queremos no es lo mejor para todos, y debemos aceptar que no siempre se lleguen a acuerdos en los que se cumplan nuestros deseos. Debemos respetar lo que es mejor para todos sin llevar a la familia a sentirse mal o pagar las consecuencias emocionales por no hacernos los gustos.
- Tomen decisiones claras. Pueden hacer una lista como familia de las decisiones tomadas. Éstas deben ser concretas de manera que se pueda evaluar si se cumplen o no. Plantear las decisiones o los acuerdos de forma definida ayuda a todos a saber lo que se espera de cada uno y cómo llevarlo a los hechos.
- Evaluar. Los acuerdos son temporales. Las familias van cambiando con su desarrollo y muchos de los acuerdos que hemos logrado, deberán modificarse con la propia evolución familiar. Habrán acuerdos que no cambien y debemos cada tanto evaluar que se están cumpliendo de forma saludable y ver si necesitamos hacer nuevos compromisos para mantener estos acuerdos.
- Volver a escuchar. Es un círculo virtuoso que se cierra en el comienzo. Escuchar a todos constantemente nos lleva a continuar el recorrido de los acuerdos, evaluar si todo va bien y comprobar si se están cumpliendo nuestras metas.
Tenemos que tener en mente que cuando el crecimiento de alguien en la familia está comprometido, es decir cuando alguien no crece o se truncan sus posibilidades de desarrollo, toda la familia se detiene y comienza a generar síntomas que dan cuenta de una problemática familiar más importante. Por esto los acuerdos en el matrimonio primeramente y como consecuencia en la familia toda, son una herramienta muy eficiente para cuidar la salud familiar.
Mag. Claudia Reyes