2da.Timoteo 4: 9-18

Cuando llega el momento de mudarnos de casa, es cuando descubrimos la cantidad de cosas que hemos juntado a través de los años. Si tuviésemos el hábito de ir desechando aquellas cosas que dejan de tener uso en forma habitual, no ocurriría esto.  San Pablo tenía tres cosas que necesitaba.

Primero. El compañerismo (verso 9).
La compañía de Timoteo era para él de mucha estima. Pocos como él ocuparon ese lugar íntimo que todos necesitamos tener. He dicho muchas veces que no se puede andar solo en el camino de la vida cristiana. El apoyo emocional, físico y espiritual que nos puede brindar un hermano/a amigo/a puede llegar a contener nuestros ímpetus humanos o a corregir perspectivas de vida que nos perjudicarían, si alguien no nos advierte.

Hay frases muy significativas en esta sección que muestran el estado anímico de Pablo: “Demas me ha desamparado”, “Alejandro me ha causado muchos males”, “Ninguno estuvo a mi lado, me desampararon”. Muchos compañeros del camino le decepcionaron.  Por ello necesita el compañerismo de Timoteo. Recuerde que no puede caminar en forma solitaria su vida.

Segundo. El Capote (verso 13).

Era según la moda de aquella época un pesado abrigo de lana para protegerse del frío invernal. Un sobretodo de hoy. En Roma ya era invierno y estaba frío. La cárcel Mamertina tenía amplios corredores abiertos por donde soplaría el gélido viento invernal que invadía las celdas de los presos. Pablo ya anciano, mal comido y prácticamente solo, extrañaba el capote que había dejado en Troas. De Carpo no sabemos nada más que este detalle: cuidaba del capote de Pablo. Seguramente Pablo durmió en su casa. Los que creen y enseñan la herética Teología de la prosperidad, pasan de largo éste y otros pasajes. No nos irá siempre bien, desde el punto de vista humano, habrá etapas de frío invernal en la vida cuando un sencillo capote será suficiente.

Tercero. Los Libros y los Pergaminos (verso 13).

Pablo fue estudiante toda su vida. Los libros son compañeros fieles en la soledad. El dicho dice: “Dime lo que lees y te diré quien eres” y es muy cierto. De hecho hoy tenemos la libertad de leer la Biblia y libros diversos. En la iglesia tenemos una variada y rica Biblioteca para los Miembros y lamentablemente, son pocos los que la usan. Esta sección de la carta termina con una hermosa declaración de confianza de Pablo y que podemos hacer nuestra también: vea el verso 18.

A Dios sea la Gloria.

 

Comentarios escritos por Lemuel J. Larrosa – Pastor en la PIEBU