Hay personas que ven más allá, que ven en los demás sus capacidades a desarrollar. Hay personas que están tan equilibradas y maduras espiritualmente que no compiten con sus hermanos, que no tienen miedo a que otros le superen, que buscan ayudar a los demás a crecer y ven oportunidades de servicio donde otros no ven más que gente con problemas, gente digna de desconfianza. Seguramente nosotros nos encontramos con gente así, alguien vio en nosotros lo que podíamos llegar a ser en Cristo, alguien nos animó, nos consoló, nos invitó a servir, etc. Esto mismo pasó con Pablo. Cuando él llega a Jerusalén los hermanos tienen miedo de recibirle, él había sido perseguidor de los cristianos, los buscaba con gran furia para destruirles. Aunque era casi imposible confiar en Pablo,  Bernabé interviene, le da la oportunidad, cree en él y lo presenta al grupo. Bernabé se jugó por lo que creía que era una verdadera conversión, Dios le había hablado y el cumpliría con su función, le costara lo que le costara. ¡Qué gran visión! Nadie más la tuvo en ese momento.

Es interesante en el relato del libro de los Hechos en el capítulo 4:36, 37 que Bernabé  vende su tierra y pone el dinero a los pies de los apóstoles (esto no era obligación), seguramente este acto evidencia la vida transformada de este hombre quien  en algún momento tuvo un encuentro con el poder del evangelio y este trasformó su vida. Otro dato que aparece es que su nombre original es José, pero más tarde se le nombra como “hijo de consolación o de exhortación” (Bernabé). Sin duda el nombre representa el carácter de su ministerio, y la transformación de su vida.

Vemos más tarde como Bernabé toma parte en el primer viaje misionero, y como su carácter de conciliador, colaborador y animador da oportunidades a aquellos que no parecen tenerlas. El Espíritu Santo aparta a Bernabé y Pablo para la tarea de misioneros. Bernabé había sido comisionado para atender las necesidades de los creyentes de Antioquia. Ahora el Espíritu Santo comisionó a Bernabé y a Pablo para enviarlos a predicar a los gentiles. En el desarrollo de estas tareas encontramos en Bernabé características muy positivas para el servicio cristiano, como son la rectitud, la confiabilidad, la integridad, la sinceridad y la búsqueda del bien ajeno antes que el propio.

Cuanto podemos aprender nosotros mismos de Bernabé. Me pregunto si podríamos desarrollar actitudes en nuestro ser que ayuden a otros a crecer y fortalecer su fe en Cristo. Creo que en todo momento necesitamos hermanos y hermanas con estas características, que ayuden a otros a desarrollarse, a asumir el servicio cristiano, a crecer y tomar nuevos retos. Necesitamos cristianos comprometidos con mejorar su vida y con dar oportunidades a los que los rodean. La pregunta es; ¿qué podemos hacer en favor de otros este 2019? ¿Podremos animar a otros y ayudarles a crecer? ¿Buscaremos formar a quienes tenemos a nuestro alrededor y les motivaremos en el compromiso cristiano?

Dios quiera que sí, ya que somos un cuerpo y nuestro crecimiento depende del crecimiento de cada uno de nuestros hermanos.

Pr. Gustavo Cuña