Por Lemuel J. Larrosa
El título de nuestro editorial de hoy, alude a una canción popular con estilo folklórico, hecha famosa por una artista del canto ya fallecida. Todo cambia en la industria con las nuevas tecnologías; todo cambia en el mundo de la política y de las religiones. También ha cambiado la composición de la familia. Todo cambia y lo hace velozmente.
Sin embargo, al analizar todos esos cambios, predomina otra palabra: DETERIORO. Deterioro moral, espiritual y social.
Lo que debería permanecer estable y bien fundamentado se va descomponiendo rápidamente.
De hecho, en el mundo del siglo XXI, se nota el deterioro en el Cuerpo de Cristo. Hay cambios en las prácticas eclesiales, en la teología, en las doctrinas y en el liderazgo, que demuestran evidentes deterioros. Y una de las razones del mismo es que se ha ido abandonando el estudio de la Biblia y se lo ha sustituido por “entretenimientos” con apariencia religiosa.
Se percibe en el pueblo evangélico en general, un serio analfabetismo bíblico. Hay ignorancia del contenido de las Sagradas escrituras.
Cuando la Biblia pierde su lugar central en la adoración de una iglesia local, aunque la sustituyamos con cosas buenas, el efecto siempre será negativo.
La iglesia no fue puesta en el mundo para entretener a sus integrantes y ofrecerles “buena programación”. La iglesia está para disipar las tinieblas y no para aumentarlas con confusiones doctrinales.
Hoy reivindico en todo su contenido, la Declaración de Fe y el Pacto de la PIEBU, que fueron redactados en la década de 1960 cuando la iglesia obtuvo su personería jurídica.
Los miembros de la iglesia deben estudiar regularmente todas las afirmaciones de esas declaraciones que tienen como fundamento la Sagrada Biblia. Fuera de ella y de esas declaraciones de fe, nada debe cambiar si queremos mantenernos fieles a Dios y a Su Palabra. Dios no cambia, Su Palabra tampoco.
Lemuel J. Larrosa
Pastor de la PIEBU