La necesidad del otro

Filipenses 2.1-5

“Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás.” V.4.

 

Tendremos gozo al servir cuando, aparte de buscar la gloria del Señor y de expresarle  nuestra gratitud, lo hacemos porque hay alguien que tiene una necesidad. En la medida que haya una persona necesitada y que yo tenga la posibilidad de ayudarle, debo hacerlo.

 

Dios desea responder las oraciones y suplir las necesidades de millones de personas, pero muchas no se concretan porque no estamos dispuestos a involucrarnos. Una de las razones por las cuales no obedecemos al Señor cuando nos convoca para ayudar al necesitado es que todo servicio implica: trabajo, tiempo, recursos y dolor.

 

Al estudiar la maravillosa vida de Jesús descubrimos que invirtió mucho tiempo para escuchar y para ayudar a la gente que acudía a El buscando su ayuda. Las enfermedades de la gente, la injusticia reinante que generaba pobreza y marginación; la hipocresía de los religiosos que priorizaba el ritual y descuidaba a la multitud necesitaba le producía mucho dolor al Señor, porque veía a las personas desamparadas como ovejas sin pastor (Mateo 9.36).

 

De igual manera, cuando nos involucramos con el dolor ajeno sufrimos y tenemos que dedicar tiempo y utilizar recursos propios para ayudar. Esta dolorosa realidad hace que muchos no se involucren en el cumplimiento de la  misión integral que tiene la iglesia de predicar y hacer discípulos a todas las naciones, pero también de ayudar a resolver los problemas temporales de la gente necesitada como lo hizo Jesús y la iglesia de Jerusalén. Los miembros de esta iglesia  comprendieron las implicaciones de la tarea asignada y predicaron con fe y poder, pero también ofrendaron generosamente para aliviar las necesidades de los miembros sin recursos al punto que no había entre ellos ningún necesitado, como nos narra Lucas (Hechos 4.32).

 

Lo sorprendente es descubrir que al involucrarnos tenemos gozo, alegría y un entusiasmo renovado a pesar del costo. El servicio cristiano nos enriquece y le da sentido a nuestra vida. Por eso dejemos la comodidad de la indiferencia y con humildad consagrémonos para comenzar hoy mismo a servir fielmente.

 

Mientras haya una persona necesitada tenemos que servirle por amor al Señor.

 

Rogelio Nonini  Buenos Aires, Argentina