Efesios 4.11-16

Introducción

El tema que analizaremos en esta oportunidad se refiere a la responsabilidad de cada miembro de una iglesia local para hacer posible que la congregación crezca Muchos miembros de nuestras iglesias consideran o se refieren a  la iglesia como algo que es independiente de ellos. Al hacerlo se olvidan que ellos la componen porque son parte del grupo humano que la integra, por lo cual no hay  iglesia en este lugar aparte del grupo humano que se congrega en el templo donde se reúnen. Por consiguiente la iglesia es lo que somos nosotros y, si queremos que ella crezca integralmente, tendremos que crecer nosotros. Hay tres áreas en las cuales tenemos que madurar para que nuestra iglesia crezca:

MADUREZ  ESPIRITUAL (1 Co.2.12 a 3.-4: Col.1.9-14; He.5.11-14; Ro.5-9)

  1. Definiciones
  1. Espiritual, espiritualidad: “El carácter o cualidad de inclinarse a lo espiritual en oposición a lo mundanal o sensual… Pablo afirma que ser espiritual es un ser totalmente controlado por el Espíritu (Ro.8.1-17)… El principal obstáculo para la espiritualidad es la carnalidad (1 Co.3.1-4)”.
    1. Madurez “El concepto de madurez, como la idea de crecimiento, proviene del latín maturus – maduro. Ser biológicamente maduro significa haber completado el proceso natural de crecimiento y desarrollo… Se dice que uno es maduro cuando alcanza un nivel razonable de estabilidad, sabiduría y aptitud… En el crecimiento espiritual… Dios da su Espíritu Santo como agente purificador y de poder… se logra madurez  al abandonar las actitudes infantiles (1 Co.13.11), al tener una mejor comprensión de las cosas espirituales (1 Co.14.20), al vencer la tentación (1 Jn.2.14) al escuchar las verdades más profundas del evangelio (He. 5.14) y al esforzarnos por alcanzar el ideal de la semejanza de Cristo (Ef.4.13).
    1. Tenemos que madurar espiritualmente:
  • Para crecer en santidad tenemos que crecer espiritualmente (1 P. 1.13-16). La santidad es un atributo o cualidad de Dios, que revela la calidad de su vida, que desea reproducir en nosotros por medio del Espíritu Santo. Cultivamos nuestra vida espiritual orando, leyendo la Biblia, asistiendo a las actividades eclesiales y testificando de nuestra fe. Esas vivencias  nos fortalecen y dan madurez espiritual que se manifiesta por medio de nuestro carácter y conducta. Tenemos que ser referentes a los demás de la importancia de vivir regidos por los principios y valores éticos de la Biblia que refleja el poder transformador del evangelio.
  • Para tener sabiduría para tomar decisiones  según la voluntad de Dios. El joven Daniel es un ejemplo en el Antiguo Testamento (Dn.1.8,19,20; 2.23). Él y sus amigos resolvieron no contaminarse con la comida del rey de Babilonia y Dios los honró. La vida de Pablo es un ejemplo de un cristiano fiel y maduro espiritualmente que supo llevar adelante la predicación del evangelio usado por Dios. Tuvo que tomar muchas decisiones importantes y complejas pero tuvo la sabiduría de Dios para proceder.
  • Para tener capacidad espiritual para asumir responsabilidades en la iglesia. De acuerdo con la calidad espiritual que tenemos y los dones y de las oportunidades que tenemos para servir al Señor y a nuestro prójimo, comenzando con nuestra familia. No somos niños inseguros con respecto a nuestra fe (Ef. 4.13,14) por lo cual somos de bendición en la iglesia local.

MADUREZ  EMOCIONAL

  1. Definiciones 
  1. Emoción “La palabra emoción se deriva del verbo latino emovere, mover, y se refiere a uno de los tres elementos básicos de la vida humana: pensamiento, sentimiento y volición…. Experimentar emociones es estar conscientes de diferencias mayores que las usuales en los continuos cambios de sentimientos que experimenta toda persona normal y sana en estado de alerta…”
    1. Emocionalismo“…el cultivo de un estado de ánimo emocional, tendiente a considerar las cosas emocionalmente… Cuando –en la iglesia- se ha dado importancia excesiva a las emociones, generalmente estuvieron acompañadas por fenómenos físicos intensos y por acciones compulsivas que suprimen el control racional y la disciplina ética”.
  • Las emociones buenas nos permiten simpatizar con los demás. Las emociones sanan le dan calidad a nuestra vida, especialmente aquellas emociones que, como el amor, la alegría y la gratitud nos enriquecen para ser de inspiración a otros. Por otro lado el rencor, la envidia, el odio, etc. son emociones negativas que nos trasforman en personas problemáticas e infelices.
  • La madurez emocional nos capacita para resolver conflictos sin que los mismos nos condiciones, depriman o desanimen. Esas reacciones de desánimo o depresión, no siempre evidencian falta de fe, sino sensibilidad o inmadurez emocional. Si estamos fuertes emocionalmente, podremos enfrentar las dificultades de la vida sin que nos derrumben. Esto no significa que nada nos afectará. La persona más sólida emocionalmente puede tener momento de angustia, por que son propios de nuestra estructura emocional como seres humanos. Recordemos que el Señor Jesús se angustió en Getsemaní (Marcos 14.32-34). Una vida espiritual sólida nos ayudará a crecer emocionalmente porque nos dará herramientas para descansar en la gracia y el poder del Espíritu Santo.
  • La madurez emocional nos capacita para independizarnos. En general todos dependemos de otros en algún grado, pero es muy distinto que siempre dependamos de otros para tomar decisiones o para desarrollar nuestras vidas. La madurez nos permite dejar de ser una carga para otros, trasformándonos en agentes de ayuda. Como enfermamos físicamente podemos también enfermar emocionalmente. En esos casos no es una debemos  estar listos para ayudarlos, porque requieren de nuestro afecto y ayuda para sanar.
  • La madurez emocional nos capacita para ayudar a otros. Una persona madura emocionalmente está en condiciones para ayudar a otras que enfrentar dificultades, sin que dichos problemas los enferme.  

MADUREZ SOCIAL

  1. La madurez social nos capacita para integrarnos en la sociedad. Nos permite tener buenas relaciones interpersonales. Si espiritual y emocionalmente estamos bien, podremos relacionarnos con los demás con menos problemas. Es importante que no nos comparemos con los demás, y menos, que nos sintamos inferiores a los otros desvalorizándonos.  Tenemos que evitar la envidia o los celos enfermizos.  Es importante aceptar lo que somos y lo que tenemos y, partiendo de esa base, tratar de progresar como personas y como integrantes de la sociedad. Esta aceptación personal de nuestras virtudes y defectos nos ayudan para descartar las cosas negativas de nuestra vida y para potenciar las positivas. Un factor de crecimiento en la iglesia local son las relaciones interpersonales de sus miembros. Para evangelizar es necesario saber cómo relacionarnos y cómo ganar la confianza de los otros. Un factor valioso es la nueva personalidad que tenemos en Cristo, quien es nuestro ejemplo. Él supo relacionarse con personas de todos los tipos, por eso la multitud lo seguía.
  • La madurez social nos capacita para obtener los recursos necesarios para mantenernos, como también a nuestra familia, sin depender de otros. El crecimiento económico nos permite ofrendar y respaldar económicamente a la iglesia y a las misiones. Hay eventualidades, como el cierre de fuentes de trabajo, reestructuración del personal, etc. que deja sin trabajo, ni recursos, a muchas personas. En esos casos la madurez social lo ayudará para enfrentar esa circunstancia con la ayuda de su familia, de amigos o de la iglesia.
  • La madurez social nos capacita para influenciar a otros para bien, ya sea por sus conocimientos, su profesión, su personalidad, su disposición para servir. En la medida que seamos maduros socialmente y que desarrollemos una actividad que resuelve nuestras necesidades económicas, podremos ser un ejemplo de laboriosidad. No tendremos el afán desmedido de enriquecernos, ni nos dejaremos condicionar por esta sociedad de consumo y, menos, descuidar a nuestra familia y a nuestras responsabilidades espirituales y eclesiales para tener más dinero (Hch. 20.34,35; 2 Te. 3.6-13).

Conclusión

Nuestro crecimiento personal permitirá ser instrumentos para que la iglesia crezca. Nuestra inmadurez espiritual, emocional y social, puede transformarnos en piedras de tropiezo para el crecimiento eclesial que todos deseamos. Nuestra madurez personal nos capacita para integrarnos y colaborar con la iglesia a pesar de las diferencias que podamos tener con relación a las formas o metodologías de trabajo, y para colaborar con personas que tengan distintas edades, carácter o conocimientos. También nos ayudará para confrontar con amor y respeto a las personas conflictivas, y a ponernos a disposición del Señor y de los pastores y ancianos de la iglesia para colaborar con la misión.

  1. Recomiendo leer Efesios 4.1-6; Colosenses 3.12-17.

Rogelio Nonini

      Julio 2019.